He desatendido el blog durante cierto tiempo por algún achaque en la salud. Hay quien tiene una mala salud de hierro, como repetía refiriéndose a sí mismo César González Ruano. Groucho Marx escribió: "Tengo la intención de vivir para siempre, o morir en el intento". Comparto esa idea. Al final ir viviendo es una anécdota que a menudo resulta cansada, sobre todo cuando se acumulan los decenios. La literatura está plagada de anécdotas, porque es vida. ¿Qué mejor que contar algunas anécdotas literarias en un blog que se titula "beneficio de inventario"? En los inventarios de la vida, junto a las categorías quedarán las anécdotas. Las cifras menores.
Frente a la vivienda del escritor Manuel Bretón de los Herreros, académico de la Lengua, director de la Biblioteca Nacional, mordaz autor de epigramas satíricos, vivía el médico y mediocre poeta Pedro Mata Fontanet que, cansado de que aporreasen su puerta a deshora preguntando por Bretón, colgó en ella este aviso: “En esta mi habitación / no vive ningún Bretón”. El ilustre escritor replicó colgando en su puerta este cartel: "Hay en esta vecindad / cierto médico poeta / que al pie de cada receta / pone “Mata”, y es verdad”.
Un satírico de nuestros días quiso acordarse de esta anécdota en su epigrama colgado ante la puerta del Ministerio de Sanidad de España, cuando su titular era Ana Mato: “Manda en este Ministerio / una chica sin recato / que cuando te dice “mato” / no es una broma, va en serio".
Siempre me interesaron las frases debidas al líder británico y Premio Nobel de Literatura Winston Churchill, al que se atribuye lo que dijo y lo que no dijo, como paraguas bajo el que se amparase todo.
George Bernard Shaw, dramaturgo insigne, también Premio Nobel de Literatura, invitó a Churchill al estreno de su obra "Pigmalión". El texto de la invitación era: "Tengo el honor de invitar al digno primer ministro al estreno de mi obra "Pigmalión". Venga y traiga a un amigo, si aún le queda alguno. Bernard Shaw". La respuesta de Churchill fue inmediata: "Agradezco al ilustre escritor la honrosa invitación que me envía. Infelizmente no podré concurrir a la primera representación. Iré a la segunda, si llega a representarse. Winston Churchill". Tal para cual.
Otra célebre anécdota del ingenioso político británico también se sitúa en un contexto literario ya que su interlocutora, Nancy Witcher, vizcondesa Astor, hizo pinitos como escritora y fue íntima amiga de Bernard Shaw. Era inconformista y dio lugar a no pocos comentarios escandalosos en una Inglaterra hipócrita. Fue la primera mujer elegida miembro de los Comunes. Lady Astor, adversaria de Churchill, le dijo en un debate: "Señor, si yo fuera su esposa, le pondría veneno en el te”; a lo que respondió como un rayo el primer ministro: “Y si yo fuera su marido, me lo bebería”.
Valga este sucinto anecdotario para mi reencuentro con el blog, al que intentaré ser más fiel, aunque las promesas de fidelidad muchas veces, por las circunstancias, no se conviertan en realidades.
Frente a la vivienda del escritor Manuel Bretón de los Herreros, académico de la Lengua, director de la Biblioteca Nacional, mordaz autor de epigramas satíricos, vivía el médico y mediocre poeta Pedro Mata Fontanet que, cansado de que aporreasen su puerta a deshora preguntando por Bretón, colgó en ella este aviso: “En esta mi habitación / no vive ningún Bretón”. El ilustre escritor replicó colgando en su puerta este cartel: "Hay en esta vecindad / cierto médico poeta / que al pie de cada receta / pone “Mata”, y es verdad”.
Un satírico de nuestros días quiso acordarse de esta anécdota en su epigrama colgado ante la puerta del Ministerio de Sanidad de España, cuando su titular era Ana Mato: “Manda en este Ministerio / una chica sin recato / que cuando te dice “mato” / no es una broma, va en serio".
Siempre me interesaron las frases debidas al líder británico y Premio Nobel de Literatura Winston Churchill, al que se atribuye lo que dijo y lo que no dijo, como paraguas bajo el que se amparase todo.
George Bernard Shaw, dramaturgo insigne, también Premio Nobel de Literatura, invitó a Churchill al estreno de su obra "Pigmalión". El texto de la invitación era: "Tengo el honor de invitar al digno primer ministro al estreno de mi obra "Pigmalión". Venga y traiga a un amigo, si aún le queda alguno. Bernard Shaw". La respuesta de Churchill fue inmediata: "Agradezco al ilustre escritor la honrosa invitación que me envía. Infelizmente no podré concurrir a la primera representación. Iré a la segunda, si llega a representarse. Winston Churchill". Tal para cual.
Otra célebre anécdota del ingenioso político británico también se sitúa en un contexto literario ya que su interlocutora, Nancy Witcher, vizcondesa Astor, hizo pinitos como escritora y fue íntima amiga de Bernard Shaw. Era inconformista y dio lugar a no pocos comentarios escandalosos en una Inglaterra hipócrita. Fue la primera mujer elegida miembro de los Comunes. Lady Astor, adversaria de Churchill, le dijo en un debate: "Señor, si yo fuera su esposa, le pondría veneno en el te”; a lo que respondió como un rayo el primer ministro: “Y si yo fuera su marido, me lo bebería”.
Valga este sucinto anecdotario para mi reencuentro con el blog, al que intentaré ser más fiel, aunque las promesas de fidelidad muchas veces, por las circunstancias, no se conviertan en realidades.